
Boca logró su 23º campeonato
En un emocionante partido, con poco fútbol y mucha carga emotiva, Boca se consagró por 23º vez campeón argentino.
Luego de 5 meses de sufrimientos, alegrías, polémicas y suspicacias, el Torneo Apertura llegaba a su fin. En todo el transcurso de las 19 fechas habían empatado con 39 puntos en la cima de la tabla Boca, San Lorenzo y Tigre, que definirían su suerte en un triangular final. En el primer partido, jugado el miércoles anterior en Vélez, el equipo de Boedo venció al “Matador” por 2-1, mientras que el sábado, en cancha de Racing (Mismo escenario del partido de hoy) Boca vencía a aquellos por 3-1.
La antesala del partido lucía a un estadio repleto en las localidades asignadas para cada equipo. Tigre, llegaba a este partido final necesitando ganar por 2 o más goles para consagrarse, ya que sólo de esta manera podía superar la diferencia de gol de su rival de turno, mientras que Boca podía gritar campeón hasta perdiendo por un gol.
La definición comenzó con una posesión de pelota pareja por parte de ambos equipos, aunque Boca contaba con situaciones más claras. A los 6 minutos de esa primera mitad, Luciano Figueroa le pegaba de afuera del área, aunque la pelota rebotaba en un defensor del equipo de Cagna y le daba la posibilidad a Dátolo de enviar un centro buscando a Viatri, que controló con solvencia el debutante arquero Ardente.
El primer acercamiento del equipo de victoria fue a los 9 minutos, cuando Martín Morel envió un centro frontal buscándolo al “Chino” Luna, quien cayó en el área tras un choque con Morel Rodríguez.
Los siguientes minutos encontraron a Boca como dominador del juego, basándose en la experiencia de Battaglia e Ibarra, y en la velocidad que le imprimían al juego los laterales Chávez y Dátolo.
El “Xeneize” era el dominador del juego y quien proponía más, aunque Tigre buscaba abrir el marcador de contraataque, por lo que el partido se convirtió en el clásico “De ida y vuelta”, aunque todavía no había ninguna situación de verdadero riesgo.
Situación que llegó a los 20 minutos de esa primera mitad, cuando después de un corner de Tigre se escapó “El Pochi” Chavez por la banda izquierda, y envió un pase en profundidad a la posición de Figueroa, quien, exigido, logró puntear la pelota, que fue tapada con gran nivel por el pecho del arquero Ardente.
A la media hora del juego, ocurrió un hecho particular, cuando Chávez quiso enviar un centro al área que rebotó en la espalda de Arruabarrena, claramente era saque de esquina, pero, ni el arbitro Sergio Pezotta ni el asistente Maidana advirtieron lo mismo que todo el estadio, y cobraron saque de arco, que despertó aireadas quejas por parte del banco Xeneize.
Tigre comenzaba a manejar más la pelota, aunque era Boca quien contaba con las mejores chances, como una de Gracián a los 35 minutos, que le pegó muy débil dentro del área y terminó en un disparo controlado sin problemas por Ardente, y, quizá una de las más claras, con un contraataque tras un tiro libre de Martín Morel, donde Chávez habilitó a Dátolo que se iba totalmente solo ante el arquero Ardente, aunque el volante de Boca tiró muy larga la pelota que llegó tranquilamente a las manos del arquero de Tigre.
Esto pareció despertar al Matador, que tan siete minutos después, en una contraataque, tuvo la posibilidad de abrir el marcador, cuando Morel se escapaba por el centro del campo y Luna aparecía totalmente solo por el extremo derecho del área, aunque el primero decidió rematar al arco, en un disparo que fue controlado sin inconvenientes por el arquero Javier García.
Así se iba el primer tiempo, en un partido entretenido pero sin chances netas de gol y con Boca como claro dominador, contrariamente a lo que se planteaba antes del partido, que Tigre necesitaba ganar.
Tras un larguísimo entretiempo de casi media hora, se reanudó el juego. Al igual que en la primera mitad, Boca manejaba los hilos del juego y Tigre esperaba en el fondo. Los Xeneizes contaban con las chances más importantes, entre las que se pueden contar un tiro de Ibarra a los cuatro minutos.
Un paréntesis dentro del juego y un reflejo de la situación de nuestro fútbol es lo que se pudo observar por las cámaras de la televisión a los 7 minutos de esta segunda mitad, cuando Luna le devolvía a García la pelota para que éste saque desde el arco, y una botella de cerveza cayó desde la tribuna de Boca al área, con el delantero de Tigre como objetivo. Una incidencia que no pasó a mayores y que, muy probablemente, no fue advertida por el cuerpo arbitral.
Volviendo a las acciones del juego, el partido entró en un pozo. A Boca con el empate parcial le alcanzaba para consagrarse y Tigre, que era el necesitado de un triunfo, no lograba hacerse con la pelota y, por ende, generar situaciones de riesgo.
Boca inquietaba el arco del debutante Ardente, con un tiro a los 16 minutos por parte de Ibarra, o un acercamiento tras un corner que cabeceó Palacio y que Viatri envió muy por arriba del travesaño.
Pero, cuando parecía que el encuentro no se movía de este chato empate, a los 22 minutos, Altobelli envió un centro frontal y largo, que parecía un trámite para el arquero García, que increíblemente se tardó una eternidad en salir a controlarlo y que permitió al delantero Leandro Lázzaro cabecear a un metro del arco y convertir en gol. Sí, Tigre se ponía arriba en el marcador y, como para sumarle más emoción al encuentro, el arquero García se lesionó (Parecía más un problema psicológico que físico) y tuvo que ingresar Ayala, en su primer partido como jugador profesional.
En ese momento, el estadio se convirtió en una caldera, gracias al ensordecedor grito de los simpatizantes del club de Victoria. Tigre iba por la hazaña, y Boca se defendía con uñas y dientes.
El Matador iba como podía, con tiros lejanos por parte de Luna y Rusculleda, a los 30 y 38 minutos respectivamente. Boca alargaba cada situación como podía, ya sean saques de arcos, laterales o pequeñas faltas. Cada pelota que caía en poder de los Xeneizes se estiraba una eternidad. Los nervios se sentían en todo el estadio, por parte de los hinchas de Boca, con el sufrimiento y el susto, por los hinchas de Tigre, con la ansiedad y la esperanza.
Boca pudo liquidar el trámite en varios contraataques, pero entre la mala puntería de Palacio y Gracián, y la gran actuación de Ardente, no podía. Para sumar nerviosismo, Tigre probaba desde todos lados al arquero Ayala, pero los tiros se iban desviados o rebotaban en los defensores Xeneizes.
A los 47 minutos, cuando Boca todavía no se sentía campeón ni Tigre se sentía derrotado, Rodrigo Palacio fue amonestado por tirar lejos la pelota tras el pitido del arbitro, a quien insultó y, instantáneamente, se ganó la tarjeta roja.
Era la última chance para el Matador, a todo o nada iba Tigre. Rusculleda envió un centro frontal desde 60 metros al área boquense, donde hubo faltas al por mayor y muchos nervios, pero Lázzaro se encontraba en posición adelantada y todo quedaba anulado.
La fiesta se desató en la tribuna de Boca, y más cuando tras el saque del arquero Ayala, Sergio Pezotta, de buen arbitraje, levantó sus dos brazos al aire y tocó por última vez su silbato. Boca se convertía en el campeón, perdiendo y sufriendo ante un Tigre que hizo todo por la hazaña, y que fue aplaudido a rabiar por su hinchada. Merecido campeonato para Boca, aunque no hay que olvidar ni a Tigre ni a San Lorenzo, que también hubiesen sido justos campeones.
El campeonato terminó, Boca se consagró tras tres años, suma una nueva estrella a su escudo (La nº 23 en materia de campeonatos locales, y la nº 48 en general), Tigre se queda con el sabor de la derrota pero con la satisfacción de haber logrado el mejor campeonato de su historia, y San Lorenzo no se queda atrás, porque hay que aclarar que el Xeneize salió campeón solo por diferencia de goles. Si, campeón por un gol, pero campeón al fin y al cabo.
Goles:
Boca Juniors: No convirtió.
Tigre: 22’ ST Leandro Lázzaro.















